Pretende ser un blog de filosofía existencial, entendiendo este último término como "mientras existimos", y cuyo propósito será aligerar el abrumador tránsito del canal vaginal al canal del desagüe. Amores y desamores; ironía, sarcasmo y amargura; letras, letrillas y letrinas; todo cabe y cabrá en este espacio dedicado principalmente a todos aquellos que están por entrar o que ya superaron la crisis de los cuarenta.
jueves, 18 de junio de 2009
Los candidatos y la payasada
Por Benedicto Tres Equis
¿Qué estará más jodido en este país, la clase política o la clase farandulera? Lo cierto es que habría que empezar por aclarar que, si algo les falta es precisamente clase. Por lo que se refiere a lo político, ya nos tienen hasta la madre con tantísimo comercial que nos recetan uno tras otro de manera inmisericorde. En lo personal, creo que ya ni los veo, ni los oigo y por supuesto me da bastante flojera criticarlos. Ahora resulta que la moda es el dichoso "voto en blanco", quienes se consideran gente bien siguen y promueven esta doctrina que más bien huele a estrategia de la ultraderecha para facilitar los fraudes electorales en un país que derrocha millones de dólares en sus farsas democráticas ¿cuántos problemas se podrían resolver o cuántas hambres se podrían mitigar con el dinero que se utiliza cada vez que hay elecciones? Son tantas las carencias que, seguramente, sería una pequeña parte, pero algo es algo.
Las calles están tapizadas con propaganda inmunda, llenas de propuestas más bien ofensivas. Por supuesto que la gran mayoría de los personajes que aparecen en los carteles lucen cachetones y panzones, lo que me hace pensar que nunca he visto un payaso delgado, por lo que podríamos concluir que el oficio de hacer reír a los niños e inflar globos es tan generoso como una senaduría, una presidencia municipal o una diputación. En esas imágenes de la propaganda callejera las poses y las gestos se repiten hasta el hartazgo: de frente con los brazos cruzados. sonrisa amable y mirada convincente; de perfil, con los brazos cruzados, sonrisa amable y mirada convincente; con los brazos extendidos, sonrisa amable y mirada convincente; la mano con el pulgar hacia arriba, sonrisa amable y mirada convincente; las dos manos con el pulgar hacia arriba, sonrisa amable y mirada convincente; abrazado con AMLO (en un montaje tan desproporcionado como risible), sonrisa amable y mirada convincente; con un mini AMLO, sonrisa amable y mirada convincente. Todo esto con ciertas variantes: gesto dubitativo, mirada al infinito, gesto enérgico y muy honrado, gesto más bien suave y dulce pero autoritario, etc, etc, etc.
Yo creo que con todo esto ya muchos ciudadanos están realmente ansiosos porque llegue el 5 de julio y lo esperan más que el día de su cumpleaños o la quincena porque con ello acabará esta tortura, y los que quieren ir a sufragar en blanco para dar una lección a todos estos avorazados que vemos en los carteles, algún día se darán cuenta que fueron engañados pues si quienes se meten en la política tuvieran pudor y vergüenza, no estarían allí.
miércoles, 17 de junio de 2009
Una tragedia atípica
México es un país atípico, cuyos políticos son atípicos y las tragedias que suceden son atípicas. Después del narcotráfico, la prostitución y el tráfico de personas, la política es el mejor negocio. El político, tiene la vida y la muerte resueltas económicamente. Y no sólo el político, también sus hijos, sus nietos y hasta a sus bisnietos; también los hermanos, hermanas, primos y primas padres, tíos, sobrinos, compadres y amiguetes cercanos y no tan cercanos. El político mexicano es pródigo y generoso, comparte, reparte y salpica a todos a su alrededor y colonias aledañas. Por eso, en este país atípico los políticos atípicos y sus atípicos cercanos causan tragedias atípicas: hace unos días se incendió una guardería del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), murieron 46 niños y muchos más están gravemente heridos. Una tragedia. ¿Y por qué pasó esta tragedia? Verá usted, la guardería en cuestión estaba subrogada por el IMSS a particulares; es decir estaba regentada por particulares.
Estos particulares recibieron tal negocio por un cochupo; el cochupo de ser cercanos a Eduardo Bours, gobernador de Sonora y zar del huevo. Estas buenas personas con preocupaciones sociales se consiguieron una bodega y la hicieron guardería. ¿Cómo se hace una bodega guardería? A huevo, pero en eso los habrá asesorado el gobernador. El caso es que la bodega se incendió, no había suficientes extintores ni puertas de emergencia, ¿por qué? Más cochupos de un montón de dependencias federales, estatales y municipales: cochupiza por todos lados. Una vez ocurrida la tragedia, el gobernador consciente y responsable esparció la especie de que una de las dueñas era pariente de Margarita Zavala, esposa del presidente de la República, cosa cierta, pero ¿y eso qué? ¿Qué acaso la señora Zavala es responsable de su parentela? Pero, encima, lo que se calló el gobernador es que esa misma dueña es también pariente de su esposa y, además, omitió informar que entre parientes, compadres y amiguetes, el imperio infantil Bours posee otras trece trampas mortales denominadas guarderías.
Por su parte, el Alcalde de Hermosillo, un señor cuyo nombre no recuerdo porque tengo mejores pendejadas que recordar, lo único que ha declarado es que se trató de un “incendio atípico” ¿Cómo es un incendio atípico? ¿Frío y de llamas azules? ¿Verde y acogedor? Un alcalde atípico, no cabe duda, como buen político mexicano atípico , digno de vivir en nuestro México atípico.
lunes, 15 de junio de 2009
Del inconveniente de haber nacido
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Mi visión del futuro es tan precisa que, si tuviera hijos, los estrangularía en el acto.
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Los peores delitos se cometen por entusiasmo, estado mórbido responsable de casi todas las desgracias públicas y privadas.
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Cuando se ha cometido la locura de confiarle a alguien un secreto, la única forma de saber que lo guardará, es matarlo de inmediato.
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La vida no es nada; la muerte es todo. Sin embargo, no existe algo que sea la muerte independientemente de la vida. Y es justamente esa ausencia de realidad distinta, autónoma, lo que hace a la muerte universal; no tiene un dominio propio, es omnipresente como todo lo que carece de identidad, de límite y de decoro: una infinidad indecente.
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No es posible prescindir de la idea de progreso, y, sin embargo, no merece la pena. Es como el «sentido» de la vida. Es necesario que la vida tenga uno. ¿Acaso existe uno solo que, examinado, no se revele irrisorio?
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La idea de fatalidad tiene algo de envolvente y de voluptuoso; mantiene caliente.
E.M. CIORAN