martes, 23 de junio de 2009

Ser o no ser una estrella, ese es el dilema



Por Benedicto Tres Equis
Usted a quién le creería ¿a un experto tatuador que es muy belga o a una fulanita arribista llamada Kimberley Vlaeminck? Para empezar el nombre de la chava resulta impronunciable y eso ya le resta confianza y credibilidad; por supuesto resulta difícil de creer que esta tal Kimberley se quedó dormida al tercer tatuaje de estrella y despertó con la cara materialmente estrellada con una constelación conformada por 56 astros; si a todo esto le agregamos el hecho de que la verdad no es nada agraciada y que las estrellas distraen para no poner demasiada atención a su desangelado rostro, pues resulta plausible el talento del susodicho y muy belga tatuador. Lo peor de todo es que ahora ya surgió el run run de que todo fue un relajo armado por una emisora que quería recuperar audiencia y ya hay programas en internet en los que usted puede subir una foto y apreciar cómo se vería su cara llena de estrellas.
La verdad es que a mi me parece más auténtico y simpático Patricio, el desmadroso compañero de Bob Esponja, quien nació siendo una estrella y no tuvo que ponerse en manos de un tatuador muy belga para hacerse famoso y disfrutar de 15 minutos de fama.

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