Por Vicente Nario
En México casi nada es a medias: si hay que ser solidarios con un país en desgracia, se mandan miles de toneladas y aunque bien podrían ser de mucha ayuda a los propios compatriotas que viven en la pobreza, pues eso no cuenta porque nadie se siente obligado con los jodidos "de casa".
Si hay que organizar festejos multimillonarios, romper récords de babosadas o gastar millones de dólares en la lucha particular de un reyesuelo, pues tampoco se escatiman los recursos.
Si se trata de disparar una cumbre a todos los países del continente americano, pues los primeros que levantan la mano son los espléndidos mexicanos, como si estuviéramos en jauja.
Lo bueno es que no se permite que las sedes para los mundiales de fútbol o para las olimpiadas sean siempre el mismo país, pues seguramente los mexicanos estarían apuntadísimos.
Y como en este país todo es a borbotones, pues la iglesia no se podía quedar atrás y es por eso que el agua bendita se puede repartir a cubetadas o a manguerazos. Ni hablar.
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