Por Benedicto Dos Equis
México podrá no ser muchas cosas, pero de que es un país curioso, lo es. Por ejemplo, hace un par de meses anunciaron la creación de la Agencia Espacial Mexicana. Si quiere que le sea franco –y aunque no quiera lo voy a ser- no estoy muy seguro cómo me sentí, si henchido de orgullo patrio o con una vaga sensación de pena ajena.Y es que tan sólo de imaginar cómo sería esta institución es de temblar, muy espacial, muy espacial y lo que usted quiera, pero tan burocrática como todo lo demás de gobierno. Es más yo apostaría doble contra sencillo que para dirigir la AEG (Agencia Espacial Mexicana) pondrían al frente a un abogado o a un administrador público. Y como estamos en tiempos de austeridad, nada de comprarles trajes espaciales nuevos a nuestros astronautas; de segunda mano y adquiridos en Rusia en el mercado negro, junto con un cohete de buen tamaño que se haya cebado en su último lanzamiento para llevar a cabo la primera misión al cosmos.
Que la nave no prende no tiene importancia: usted sabe que cualquier buen mecánico automotriz nacional le compone desde un coche de modelaje hasta un tren bala, de modo que si se le da una buena caja de herramientas segurísimo compone el cuete soviético cebado:
-Era un fusible del alternador, lic -diría en plan conocedor-, pero ya le puse papel de estaño y listo ¡hasta la luna y más allá!
Así, México realizaría una auténtica innovación en el campo espacial: el vuelo suborbital rasante. Como dije anteriormente, en tiempos de austeridad se debe ahorrar en todo ¿y usted se imagina cuánta Magna Plus y aceite Mobil Oil menos se necesita si la nave no sale al espacio de a de veras?, ese negro, negro lleno de estrellas. Siendo así, la trayectoria del proyectil sería unos cientos de metros en vertical y luego horizontalmente hasta que se acabe el combustible. Después del vuelo, los camaradas cosmonautas Ramírez y Altamirano serían ascendidos al grado de Coronel Galáctico y se les otorgaría la Medalla al Meritito, es decir, condecoración previa a la del Mérito.
¿Y quién hizo fiestas con esta noticia que nos pondrá a la altura de las naciones del primer mundo? Nadie, silencio absoluto. En cambio le ganamos dos cero a Francia en el mundial y van a ver como al Vasco Aguirre le dan la medalla Ignacio Zaragoza. Ha sido el acontecimiento del último cuarto de Siglo. Ni el Bicentenario ni el Centenario; nada fut, fut fut. A ver qué pasa si nos gana Uruguay. Hordas fuera de sí acabaran con los comercios de Reforma, violaran uruguayas, y francesas y gringas y niñitas bien mexicanas y hasta algunas chachas que van al pan. ¡Temblemos! A estas alturas usted debe estar pensando Bueno, y éste a qué hora empieza a hablar ya en forma de fútbol. En primer lugar, yo le pediría un poco de respeto: cómo que éste. Y en segundo lugar yo, de fútbol, la verdad no sé un rábano, de modo que no tiene sentido hacer comentarios villamelones y exponerme a vituperios varios, además de que el mundial pasó a la historia. Es por eso que hablé del programa espacial ya que yo tengo un título de Doctor en Ingeniería en Informática Cuántica de Tercera Dimensión, lo que me permite hablar de cohetes y de cuetes… ¡Vámonos por las otras, que ya son las doce!
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