¡Hincaos, pecadores! La ira del Señor se ha desatado sobre este país materialista e invadido por la concupiscencia de la carne. ¡El Armagedón se acerca!: se han juntado la crisis financiera, la fiebre porcina y, para colmo, tembló, sólo falta que aparezca una nube de langostas y que un perro gigante levante la pata sobre la ciudad de México y nos recete un chisguetazo.
Pero ayer el pánico cundió y la burocracia, carnes a rastras, se desparramó por las calles de la ciudad con el pánico reflejado en unos rostros que no se podían ver porque estaban cubiertos por tapabocas. Como dicen, el miedo no anda el burro; a lo que pregunto: ¿y el miedo en que anda?
En medio de tanto sinsabor, el gobierno federal pone el atractivo visual en plena tragedia
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