Por Don Américo Prepucio
(Bloguero invitado)
¿Qué sería de los mexicanos sin un gobierno, como el que tienen, que los cuida, los procura y les resuelve la vida? La prueba está en lo que les acaba de ocurrir a esos pobres con eso de la fiebre puerquina, o como demonios se llame. Otro gallo les cantaría si siguieran al servicio de su majestad el rey Juan Carlos! Pero esos afanes independentistas que sólo los han conducido a una vida de disipación y monigotes (como el tal Hugo Chávez, que mal rayo le parta por haberse atrevido a pretender mirar a los ojos a nuestro amadísimo rey, quien tuvo a bien ponerle en su lugar) sólo les pueden traer el desastre y a las calamidades, que con toda justicia les envía Nuestro Señor.
Bendito sea Dios que al señor Calderón se le ha iluminado la sesera y aprovechó esa peste para imponer un estado de excepción, tal y como lo haría nuestro generalísimo, que Dios lo tenga en su santa gloria!, pues uno nunca sabe en qué momento se puede hacer necesario echar a los ejércitos a las calles para imponer el orden. Ya había denotado inteligencia ese jovencito cuando no permitió que el malandrín y comunista al que le dicen Peje, por mal nombre, se saliera con la suya en sus aspiraciones de gobernar a esa bola de ex-súbditos. Ya le veía yo cara de cobarde a ese comunista, que nunca dijo "esta boca es mía" en esta emergencia que tan atinadamente atendieron esos sabios hombres del gobierno mexicano. Ya lo decía yo que ese tal Andrés Manuel era un marica como el García Lorca, pues la hombría y la valía se demuestran en los momentos en los que tienes que conducir por el camino correcto a tus gobernados . Pero segurito le pagó al argentino ese Ahumada para que con su libro salga a decir que si hubo un complo' orquestado por Don Carlitos Salinas de Gortari, y vaya usted a saber que otros falsos le levantarán en ese libraco a este hombre que es tan buena gente y honrado a carta cabal. Por Dios que ya no hay moral. Y eso pasa porque no hay un comité o una institución seria y responsable que se encargue de proteger y cuidar el buen nombre de los ciudadanos decentes y de buena familia.
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