¿Será que las autoridades no tienen madre?

Por Benedicto Tres Equis

Una cosa si hay que reconocerle a las autoridades de este país: su eficiente estrategia para obsesionarnos con La Preocupación por todo, incluso de lo que creíamos que no era motivo de preocupación. Yo , por ejemplo, estoy realmente preocupado porque las nuevas disposiciones sanitarias seguramente empañarán las celebraciones del esperadísimo 10 de mayo... y yo ni siquiera acostumbro celebrar esta tan significativa fecha. Es más, confieso que me causa más animadversión que la mismísima Navidad. 

Y es que todos los años es lo mismo, hordas de mujeres de todas las edades toman las calles, ansiosas de ser felicitadas y veneradas. Como no les basta con la celebración escolar, buscan el reconocimiento en todo lugar donde pongan un pie, porque ese es su día y están convencidas de que lo tienen más que merecido por su condición de absoluta abnegación.

Cual Saras Garcías, se entregan a la devoción que les debe todo mortal que haya emergido de un vientre materno, porque sólo ellas saben todo el sufrimiento que representa un dolor de parto. Todos estos sentimientos son motivados, en gran medida, por desinteresados restauranteros que se desviven en atenciones, les regalan flores, les dan un trato especial que incluye mariachis y pastel (por cuenta del que paga, por supuesto) y aligeran la carga de conciencia de los arrepentidos, amorosos y generosos hijos que cumplen con ese ritual... una vez al año.

Mi angustia se debe a que este año me imagino que la celebración del 10 de mayo será muy extraña POR DISPOSICIÓN OFICIAL, ya que no se permitirán mesas con más de un comensal; la distancia mínima entre mesa y mesa será de dos metros; siguen restringidos los besos y los abrazos;  Las mañanitas sonarán débiles y desangeladas a consecuencia de los inútiles cubrebocas; estará estrictamente prohibido apagar velitas, pues existe gran riesgo de contagio por las salpicaduras de saliva... en fin, yo les suplicaría al doitor Córdova un poco de consideración para esta madrecitas que han esperado todo un año para sentirse emperatrices filiales.