Por Benedicto Tres Equis
Se había tardado, pero ahora ya se vislumbra por dónde va la estrategia del gobierno federal contra el crimen organizado.
Y es que, como el combate cuerpo a cuerpo no ha dado los resultados esperados, ya que los criminales han dado muestra no sólo de una extraordinaria organización y de un envidiable armamento sino de una gran falta de escrúpulos, moral y ética (cosa nada sorprendente por su condición de CRIMINALES... como la palabra lo dice, con todas sus letras) Pues ayer calderón dió el siguiente paso en su estrategia y pasó a una fase determinante en esta guerra: el insulto directo y a la cara que, con toda segururidad irá subiendo de tono conforme continúen las hostilidades.
Así como lo oyen, en un arranque de valentía y coraje, el autodenominado "presidente del empleo" afirmó que su intención es evitar que México siga en manos de "una bola de maleantes" que son una "ridícula minoría".
Esto sin duda será un parteaguas en esta sangrienta contienda porque vaya usted a saber hasta dónde llegarán los insultos, ya que las posibilidades son muchas y los puede llamar bola de gamberros. punta de desvergonzados, atado de brutos, truanes, sabandijas y si con ello no entienden y se convencen de deponer las armas tal vez los llegue a llamar "bola de nacos" y quien sabe si decida meterse hasta con las mamás de ellos.
¿A usted también ya le quedó clarala inteligentísima estrategia? Si este señor se hubiera decidido hace meses a tomar este camino tan, pero tan efectivo, el saldo en muertes no sería tan alto.
Pretende ser un blog de filosofía existencial, entendiendo este último término como "mientras existimos", y cuyo propósito será aligerar el abrumador tránsito del canal vaginal al canal del desagüe. Amores y desamores; ironía, sarcasmo y amargura; letras, letrillas y letrinas; todo cabe y cabrá en este espacio dedicado principalmente a todos aquellos que están por entrar o que ya superaron la crisis de los cuarenta.
jueves, 25 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
Casi el paraíso
Por Benedicto dos Equis
Martes 23 de marzo.- El fin de semana mi señora, de la que estoy separado, se fue con sus amigotas de fin de semana a Acapulco y me dejó a cargo de los niños, Jaimito de 25 y Reginita de 22. Para estar pendiente me trasladé a lo que fue la casa familiar y descubrí casi, casi el paraíso: la cama king size para mí solo, sin adosados corpóreos.
Porque, ¿sabe? para dormir como diosquenoexiste manda yo necesito un espacio de por lo menos cincuenta centímetros a mi izquierda y otro igual a mi derecha de espacio sin tropezezon.
Si cuando me casé a los 29 años hubiera tenido la experiencia que tengo hoy mi vida matrimonial habría sido más armoniosa y duradera. Y es que es mucho pedir pasar un cuarto de siglo metido en la cama ocho oras con un ente de costumbres tan distintas: yo ronco, ella no; yo fumo, ella no; yo soy desvelado, ella no; yo veo televisión, ella lee i insiste en platicar; ¿qué tenemos en común?
Por eso, si pudiera regresar a la época de mi noviazgo, yo pondría la Regla de Oro Matrimonial: cuartos separados. Así cada quien podría dormir con sus muy particulares manías sin molestar e irritar al otro y, claro, ello no tendría por qué acabar con la vida conyugal: en caso de que surja el deseo, pues se invita a la señora a un muy buen restauran para, después de una cena romántica a la luz de las velas, llegar a casa e invitarla a la habitación propia.
Claro que puede suceder que entonces ella salga con el clásico: “ay, no querido, hoy tengo jaqueca… y entonces a uno no le quedará más remedio que marchar solo a la cama mascullando, “¡carajo!, de haber sabido la invito a Vips a comer molletes

Si cuando me casé a los 29 años hubiera tenido la experiencia que tengo hoy mi vida matrimonial habría sido más armoniosa y duradera. Y es que es mucho pedir pasar un cuarto de siglo metido en la cama ocho oras con un ente de costumbres tan distintas: yo ronco, ella no; yo fumo, ella no; yo soy desvelado, ella no; yo veo televisión, ella lee i insiste en platicar; ¿qué tenemos en común?

Por eso, si pudiera regresar a la época de mi noviazgo, yo pondría la Regla de Oro Matrimonial: cuartos separados. Así cada quien podría dormir con sus muy particulares manías sin molestar e irritar al otro y, claro, ello no tendría por qué acabar con la vida conyugal: en caso de que surja el deseo, pues se invita a la señora a un muy buen restauran para, después de una cena romántica a la luz de las velas, llegar a casa e invitarla a la habitación propia.

Claro que puede suceder que entonces ella salga con el clásico: “ay, no querido, hoy tengo jaqueca… y entonces a uno no le quedará más remedio que marchar solo a la cama mascullando, “¡carajo!, de haber sabido la invito a Vips a comer molletes
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