viernes, 29 de mayo de 2009

Candidatos y elecciones

Por Benedicto Tres Equis
En un hecho sin precedentes en la historia de la política moderna de nuestro país, la totalidad de los candidatos de TODOS los partidos que contienden en estas elecciones intermedias, accedieron a tomarse una foto en conjunto. Esta imagen que pasará a la posteridad fue hecha en el monumento a la madre, pues la intención de estos pseudopolíticos es, sin duda, seguir dándole en la madre a los mexicanos. Esta muestra de unidad y de armonía es un ejemplo para el mundo, tal como lo fue la lucha con el virus de dudosa procedencia. La coordinación del evento estuvo a cargo de los líderes de las tres primeras fuerzas del país, quienes se han manifestado más que orgullosos de las huestes que dirigen. 
Debido a que se trató de una foto multitudinaria, se solicitó a los participantes que no exhibieran los carteles con sus lemas de campaña en los que exponen lo más profundo de sus reflexiones y propuestas: "seguridad o renuncio", "agua y paz" ,"me caí que si lo hago", "yo si les cumplo", "seriedad y experiencia", "arriba y adelante", "la solución somos todos", "por la renovación moral de la sociedad", "yo si tengo las manos limpias" y toda una serie de novedosísimas sentencias. Enhorabuena, la cámara de diputados y las delegaciones ahora si lucirán  el colorido de los integrantes de todos los partidos políticos de nuestro país y además se abrirá la posibilidad de presenciar debates de gran altura.

Se acerca el Día del Padre

Porque ellos también cuentan, este blog le ofrece algunas ideas para regalar a los jefazos del hogar.

Alucines citadinos

Por Benedicto Tres equis
Cuando oía hablar del "gran pueblo de México" pensaba en una clásica expresión patriotera o en parte de un discurso de uno de esos nefastos aspirantes a una diputación. Después caí en la cuenta de que se trata de una descripción precisa de una realidad ancestral de esta ciudad. México no es un gran un pueblo... realmente es un pueblote. No importa que se trate de la ciudad más grande del mundo, tampoco es muy creíble eso de "la gran metrópoli", cuando después de las diez de la noche la única opción culinaria son los tacos al pastor. Es triste, pero hay que reconocer que mucho de lo que aquí sucede o entra en la categoría de mediocre o de decepcionante, por ejemplo: ¿Habrá peor tortura que una dósis de televisión mexicana? Los conciertos que llegan a la ciudad, y que valen la pena, generalmente son a precios enloquecidos y con una pobre producción, como si a los artistas la plaza no les importara más que para llevarse carretadas de dolarucos. Sin duda vivir en el tercer mundo además de indigno es más caro.
¿Será que los mexicanos tenemos una extraordinaria habilidad para la negación y eso nos ubica en un "mundo raro" como decía el maestro José Alfredo? Hoy me sucedieron tres cosas que pueden ejemplificar, más no explicar todo esto. Primero me tocó atestiguar cómo una presentadora de la televisión se escandalizaba y se indignaba por la flagrante pobreza de unos niños hindúes; estaba conmovida y realmente encabronada por las condiciones infrahumanas en las que viven esos niños. Si estuviéramos en Suecia entendería la reacción, me imagino que la vida por allá es tan cómoda que les permite ese tipo de reacciones, pero la verdad es que si esta mujer que vi en la mañana se diera una vuelta por las colonias marginadas que hay en esta ciudad vería cosas iguales o peores y de seguro su reacción sería de lo más indiferente. Un rato después tuve la suerte de viajar en uno de esos camiones del transporte público; si, de esos verdes que tienen aire acondicionado, una suspensión que parece que vas flotando, y en los que una amable sobrecargo te ofrece bebidas refrescantes y una almohadita para que descanses los pies... si alguien no sabe de lo que estoy hablando, le sugiero que deje de usar por un día su automóvil. La verdad es que no es cierto, esos transportes todavía no existen por estos lares, pero esa impresión me dio cuando sonó el teléfono de una chavita que viajaba a mi lado. No sé si fueron sus palabras, su tono de voz, su actitud o todo el conjunto, pero de pronto me dio la impresión que iba yo junto a la mismísima Lady Di. Hablaba como El Pirrurris, ese personaje "de la Ibero" que popularizó Luis de Alba y que se ha convertido en el más absurdo símbolo de estatus de esta ciudad (y probablemente del país), porque en México  los jodidos siempre piensan que los jodidos "son los otros" y con una simple entonación al hablar se puede escapar de la jodides de viajar en transporte público, vestida con ropa raída.
El tercer encuentro cercano que tuve con el pueblote de la ciudad de México fue el más alucinante. Caminaba por una calle cercana a mi casa cuando escuché música de mariachi. Al principio pensé que se trataba de uno de considerados automovilistas que les gusta viajar con el estéreo a todo volumen para compartir sus gustos musicales, pero luego me di cuenta que se trataba de música en vivo, pues se oía diferente. El caso es que se trataba de una carroza fúnebre con un nutrido cortejo, integrado por dolientes y un grupo de mariachis que interpretaban Amor Eterno, mientras caminaban como en procesión a paso lento. No sé qué me tenía más asombrado, el toparme con algo así o las preferencias musicales del difuntito.
La cosa es que eso me llevó a considerar cuál sería mi última voluntad musical y  en ese momento pensé que  cualquiera de las canciones del Piporro sería más que conveniente, aunque una de Tom Jones no estaría nada mal. Ni hablar cada quien sus gustos, por eclécticos que sean. Ajúa.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Deje de fumar

Por Benedicto Dos Equis




Como cada quien es muy libre de tener las obsesiones que mejor le convengan, voy a a tratar un tema recurrente en mí: como dejar de fumar. He tenido éxitos parciales en esta empresa a lo largo de los años. De hecho he podido dejar de fumar, hasta nueve horas seguidas, si va de por medio el sueño de la noche y hasta cuatro en estado de vigilia. Pero, por algo se empieza. En todo caso, voy a poder hacer una recomendación que, además de no involucrar a la muerte, parece tener un porcentaje de éxito superior al 100 por ciento, en personas que no fuman, y de 2.3 por ciento entre quienes tienen el hábito. De todos modos 2.3 es mejor que nada, puesto que en el más optimista de los casos, nada, siempre es menos que uno y uno es poco en cualquier caso.

La técnica en cuestión me la recomendó un amigo mío que es ejecutivo de éxito y se las sabe de todas todas en dicho rubro; el del éxito. Este amigo es de los que ha probado de todo para triunfar en la vida: desde memorizar las obras completas de Og Mandino, hasta profundizar en los consejos de Dale Carnegie; la dianética; el budismo Zen empresarial; el ocultismo, sobre todo de utilidades; el jujitsú contable; la macrobiótica; el vegetarianismo carnívoro; la levitación y creo que hasta estudio la carrera de administración de empresas. En fin, que el hombre ha empleado de todo con el objeto de lograr su superación personal, el éxito profesional e intentar evitar las caries. Todo ello, claro está, sin olvidar el tema que nos ocupa. Según mi amigo el dejo de fumar gracias a la meditación trascendental y desde entonces es otro hombre, tanto que en diversas ocasiones ha tenido fuertes disgustos con su señora pues se la ha encontrado con él en la cama y como es otro pues, claro, se siente engañado. Pero ése ya es otro cantar, volvamos al cigarro.
Obviamente no voy a soltar aquí todo el rollazo que me tiró, de manera que me limitare a pormenorizar los aspectos en verdad relevantes para dejar de fumar. En primer lugar creo que la meditación trascendental es una técnica demasiado poderosa para ser utilizada en algo tan pueril como abandonar el tabaco. Es por ello que alejándome un poco de lo dicho por este amigo y metiéndole un poco de mi cosecha, voy a hacer pública una técnica inventada por su servidor: la meditación intrascendente. Esta técnica tiene de ventaja sobre la otra que sin ser tan trascendental de todos modos funciona y, si usted se esfuerza un poco y sigue las instrucciones al pie de la letra verá como en un santiamén habrá dejado de fumar. Para practicar la meditación intrascendente primero que nada se requiere de un lugar acogedor y silencioso. El sitio ideal, tanto porque reúne ambas características como porque en todas las casas existe, es el baño. Usted nada más haga cuentas de las horas de solaz y esparcimiento que se pasa en dicho recinto, disfrutando de variadas lecturas y de un buen cigarro mientras atiende el llamado de la naturaleza, y verá que el baño es una especie de santuario de paz y recogimiento al que nadie ha dado el lugar que le corresponde en la historia de la humanidad: estoy seguro de que, en el campo intelectual, ocupa un lugar tan importante como el ágora ateniense o el manzano de Newton. Una vez que se ha encerrado en el baño es menester que coloque usted en el piso una alfombra para sentarse. Se recomienda, de preferencia, que ésta sea un tapete persa auténtico. Si no tiene uno, puede utilizar una de ésas imitaciones que venden en Liverpool o el Palacio de Hierro o, si no, pues puede llegar a echar mano de un tapete de baño común y corriente pero, eso si, de los que se usan para salir de la regadera, aunque sea de toalla. El único tapete estrictamente prohibido son los de hule con hoyitos que se ponen en las tinas ya que esos, además de restarle dignidad al acto, permiten el escape de las vibraciones espirituales por los agujeros.
Una vez que ha colocado el tapete deberá acomodarse encima en posición de "flor de loto". Como es algo difícil de lograr puede recurrir a otra flor, el perrito incluido, si le acomoda. Ya en posición, ponga sus manos sobre las rodillas con los dedos abiertos a dos centímetros de distancia uno del otro y con la palma flotando entre dos y tres micras encima de la pierna. A continuación trate usted de poner la mente en blanco. Si no lo logra la puede poner en el color de su preferencia procurando sólo que no sea ni negro, que atrae malos espíritus, ni rojo, que desencadena pensamientos pecaminosos, ni rosa, que exalta la cursilería. Ya con la mente en blanco o en el color que haya decidido comience a respirar lenta y profundamente como si le estuviera dando el golpe al cigarro, e inicie una cuenta regresiva a partir de un millón. Como lo más probable es que por allí del setecientos cincuenta y siete mil ya se habrá quedado dormido, espere a despertar y vuelva a iniciar el conteo descendente. Está científicamente comprobado que aproximadamente cada doscientos cincuenta mil números se pierde la conciencia de manera que usted no ceda: cada vez que despierte reinicie la cuenta donde se quedó. Para cuando llegue a uno, sumando el tiempo que tardo en contar y el de las siestas, es probable que hayan pasado entre ocho y doce horas, de manera que ya llevará medio día sin fumar. Cuando termine tómese un vaso de agua y cómase un sandwich y vuelva, de inmediato, a iniciar el procedimiento. De esta manera y sin siquiera sentirlo, con alrededor de quince sesiones continuas de meditación intrascendente usted habrá dejado de fumar algo así como siete días y ya habrá pasado el periodo del síndrome de abstinencia, con lo que el hábito quedara superado. Si la técnica no le funciona, entonces si el asunto es grave y le aconsejo que consulte a su médico sobre todo si es oncólogo.

martes, 26 de mayo de 2009

La Gorda en Pants

Por Benedicto Dos Equis



Según tengo entendido, el domingo fue creado para ser un día de descanso, de recogimiento, de tranquilidad: un día para gozar de la familia, ya sea en casa o saliendo con ella a disfrutar de la vida después de una semana de arduo trabajo. Es por ello que yo me pregunto: ¿por qué, precisamente, en un día designado para el descanso de cuerpo y alma, es cuando aparece en escena una criatura que viene a dar al traste con la armonía del espíritu al presentarse en forma de agresión visual? Yo tengo la sana costumbre los domingos de desayunar tarde, como es debido, en un restaurante del sur de la ciudad, y es en ese lugar donde me percate de la existencia de dicha criatura que tiene, además, el don de aparecer en el instante más inoportuno. Por lo general en el momento culminante del acto dominical mas placentero, el gozo se va al pozo: en el exacto momento en que el tenedor con una suculenta porción de huevo ranchero esta a punto de entrar a la boca hace su aparición ese atentado a la estética que viene a arruinar el desayuno y, algunas veces, el día completo: la gorda en pants. Yo no se si la gorda en pants es un espécimen de todos los días de la semana, pero de lo que estoy seguro es de que resulta mas notorio los domingos. La gorda en pants es fácil de reconocer a simple vista, ya que posee dos características que la hacen inconfundible: un notorio exceso de kilos y una indumentaria que en vez de disimularlos los destaca.


La gorda en pants por lo general deambula en grupos, ya sea acompañada por otros ejemplares del mismo volumen o en familia, que casi siempre está conformada por un papá gordito en pants, una mama gordita en pants y una serie de retoños gorditos y en pants. Y aunque toda la familia comparte el excedente de kilos, por lo general los miembros masculinos resultan menos conspicuos debido, principalmente, a que por azares del destino los pants para hombre son siempre más holgados, de manera que aunque a leguas se nota que el portador a pesar del atuendo a lo mas que llega en cuestiones de ejercicio es al rudo deporte de ponerle limón a su Tecate mientras observa un partido de fútbol en televisión, por lo menos la existencia de algo de espacio entre el contenido y el continente hace menos notorio el ultraje al sentido de la vista. En cambio, su contraparte femenina, probablemente debido a ese afán de imitar a sus congéneres delgadas, y en quienes seguramente estaban pensando los diseñadores de prendas sport para mujer se calan unos pants más atacados que comanche en épocas de Custer, que las convierte en un espectáculo dantesco capaz de arruinar los mejores chilaquiles.


Para mi siempre ha resultado un absoluto misterio cual es la razón para que una mujer cuyo volumen corporal la haría pasar inadvertida si se pusiera un costal de Cementos Anáhuac o una sábana a manera de jorongo o hasta un discreto traje sastre siempre y cuando el sastre fuera el del elefante del circo, o cualquier otra indumentaria menos llamativa, decide ponerse una prenda con la que resulta una agresión al paisaje urbano. ¿Se trata acaso de falta de pudor? ¿Será, quizá, una ausencia de sentido del ridículo? ¿Podría resultar, acaso, un deseo inconsciente de llamar la atención o de agredir? o, ¿Cuál será, en realidad, la motivación detrás de esta actitud? No se me atrevo a pensar en que este fenómeno pudiera tener que ver con ese instrumento llamado espejo en cualquiera de los siguientes tres casos: que no tenga uno en casa; que tenga, pero que sea de mala calidad y tienda a adelgazar la figura o, pudiera suceder, que a la gorda en pants le pase lo que a los vampiros: que su imagen no se refleje en el espejo. De todos modos, en el fondo resultan irrelevantes las motivaciones síquicas que permiten la aparición de esa alucinación visual dominical que se interpone entre uno y el sano disfrute de unos huevos a la cazuela, lo que habría que pensar es en el modo de acabar con el problema sin recurrir a la violencia, el escarnio o el confinamiento obligatorio. Yo creo que mas bien nos enfrentamos a un problema que puede ser o de índole alimenticia o de índole sartorial y solucionando alguna de las dos índoles se resuelve por si solo el problema principal. .


Viendo las cosas desde esta perspectiva, el problema de la gorda en pants se resuelve o acabando con las gordas o acabando con los pants, o por lo menos impidiendo que ambas cosas tengan la posibilidad de reunirse. Yo pienso que la tercera solución es la más adecuada por ser la menos drástica y totalitaria, ya que, por un lado, resulta no solo inhumano sino hasta anticonstitucional acabar con las gordas que, a pesar de todo, tienen derecho a existir y ser felices a pesar del tonelaje. Ahora, por otro lado, acabar con los pants es un atentado contra la libre empresa y contra los derechos y libertades de los flacos, que pueden vestirse como se les da la gana, ya que no perjudican a terceros. De manera que solo nos queda el recurso de impedir que las gordas tengan acceso a los pants. Para ello se me ocurren dos formas de lograrlo de una manera civilizada: la primera consiste en instalar en los departamentos de ropa deportiva para mujeres de todas las tiendas una de esas basculas de medico que también tienen dispositivo para medir la estatura, junto con un cuaderno de tablas de pesos y medidas. De esta manera, y siguiendo una política oficial al respecto, para poder comprar unos pants toda clienta que desde el punto de vista de la dependiente pudiera ser catalogada como gorda en pants deberá subirse a la bascula para ser pesada y medida. Una vez hecho esto, la empleada de la tienda consultaría sus tablas y si de acuerdo con ellas la clienta esta excedida de peso para su estatura, se le impedirá la adquisición de los pants, con cortesía, pero con energía. En todo caso, por pura educaci6n, la dependienta le puede indicar a la gorda donde queda el departamento de telas para tapicería, donde puede conseguir un corte para hacerse unos pants a la medida. La segunda solución que se me ocurre es poner en marcha un plan que podría denominarse "Renuncia voluntaria al uso de pants un día a la semana" que, en el caso especifico de las mujeres excedidas de peso, consistiría en pegarles en la frente siete calcomanías de diferentes colores y así obligarlas a no usar dicha prenda jamás, so pena de ser arrastradas al corralón por contaminar el ambiente visual, aunque sea necesario que la Secretaria de Protección y Vialidad adquiera grúas para trailers.
Como se puede apreciar, cualquier problema tiene su solución civilizada, siempre y cuando exista voluntad para lograrlo. El asunto de la gorda en pants debe ser resuelto con prontitud no só1o porque representa un atentado a la tranquilidad espiritual y estética de la ciudadanía, sino porque además, en estos tiempos de crisis resulta una afrenta a las clases más necesitadas, pues mientras en el súper y en los mercados la carme no solamente escasea, sino que el kilo esta por las nubes, la gorda en pants deambula en libertad y con un excedente gratuito de carne de primera preferente, con la que holgadamente se podría alimentar a una familia de menesterosos durante un mes. Es por ello que me gustaría proponer que, en caso de no ser aceptadas las soluciones ya expuestas, entonces que la gorda en pants pase a formar parte de la canasta básica, a pesar de que con ello haya que reforzar el mimbre de la canasta con flejes de acero y con ello suba de precio. Aunque cabe aclarar que si se decide incluir dicho producto en la canasta básica deberá ir sin pants porque, digo, suficientes amarguras padecen ya los necesitados para encima tener que sufrir la agresión de encontrarse con una gorda en pants en la alacena. Ese espectáculo espeluznante, en todo caso, debe quedar reservado para la gente que tiene el consuelo de poder salir a desayunar fuera los domingos, aunque se les atraganten los huevos a la veracruzana. Ni modo.

lunes, 25 de mayo de 2009

El tío Lolo

Por Benedicto Tres Equis
Esa expresión extraña "se hizo como el tío Lolo" la he oído infinidad de veces en los más diversos ámbitos. Es ese clásico que crees tiene sus raíces más profundas en un asunto familiar, hasta que descubres que es del dominio público. Y algo así me pasó recientemente. Resulta que estaba viendo uno de esos inteligentísimos y extraordinariamente bien pensados comerciales del Partido del Trabajo (PT por sus siglas en español) en los que se supone que mueven a la reflexión: una mujer en actitud más que dubitativa sale de su profunda instrospección cuando un hombre le pregunta qué está pensando, a lo que ella responde "que estaríamos mejor con López Obrador" y el hombre le revira de inmediato "pero si tu ni votaste por el" la frase final de ella es gloriosa y amarra a la perfección todo el racional creativo " es de sabios cambiar de opinión"¿Qué razones oscuras y misteriosas tiene ella para pensar de esta forma?¿Qué es lo que saben ella y el que escribió este creíble diálogo, que todos los demás ignoramos? Las dudas más grandes surgen cuando uno piensa ¿Qué carajos ha hecho AMLO durante estos tres años como para que alguien que NO votó por el, sabiamente decida cambiar de opinión? Al final de los comerciales, aparece López Obrador para afirmar que su proyecto "sigue vivo"... como para que todos respiremos aliviados, aunque con esto no se aclaran para nada las dudas anteriormente planteadas.
Y es por ahí donde convergen en un punto los asuntos relacionados con el tema del mentado "Tío Lolo". ¿Será que a este pobre hombre ya lo volvieron loco los zánganos que aún lo consideran poseedor de un capital político rentable? ¿Será que el mismo se hace el loco soñando que el buenazo de Ebrard  va a declinar en su favor y se retirará de la contienda por la presidencia en las próximas elecciones? ¿En verdad creerá que puede conseguir lo que no logró cuando miles de personas lo apoyaron porque creían en el? De plano pienso que si se hace como el tío Lolo, es más por ahí escuché que algunos de sus correligionarios (palabra que, por supuesto, no podría prenunciar la gordillo)  ya lo llaman "el Lolo" (el Loco López). Ahora que el chiste sería saber cuáles son esos correligionarios, porque sus tendencias partidistas no son del todo claras ya que no apoya a todos los candidatos  del PRD, pero si apoya a algunos de ellos. Está con el PT, pero sigue siendo perredista. No ha renunciado al perredismo, pero sus campañas están financiadas por dinero que Convergencia NO se ganó con el sudor de su frente. Pues la verdad que si está para volverse loco o para hacerse como el Tío Lolo.