sábado, 13 de febrero de 2010

LO TIPICO DEL MEXICANO

Por Vicente Nario

La relación del hombre mexicano con la mujer mexicana es sumamente compleja: al mismo tiempo que hay una marcado sexismo y discriminación, existe una veneración y un respeto hacia ellas casi a prueba de balas.
No voy a traer a cuento las canciones de José Alfredo Jiménez, el análisis de Octavio Paz en el Laberinto de la soledad o la ridícula pleitesía que se les rinde a las madres mexicanas cada 10 de mayo. Basta con mencionar que solamente una afligida madrecita mexicana podía ponerle una SUPER CAGADA al neurótico, prepotente y seguramente crudísimo jelipe calderón... sin que éste dijera nada.
Y así sucedió en la reunión del jueves pasado en Ciudad Juárez para atender asuntos de seguridad (según ellos) A calderón no le quedó más que agachar la cabeza y soplarse la letanía de reclamos que le soltó una señora a la cual dejaron sin hijos en la masacre (otra más) de finales de enero. A la voz de "No me diga si, haga algo señor presidente!" La señora se dirigió a su eminencia sin importarle que se estaba acercando al callejón de los madrazos que le podrían propinar (en conjunto) los cuerpos de seguridad, los guardias presidenciales, la policía federal (antes preventiva) el ejército y la marina. Es probable que los hayan agarrado medio dormidos porque nunca les ha importado "el qué dirán", cuando se trata de pararle una bronca a su patrón o tal vez se dieron cuenta que ante el tono autoritario de una madrecita enfurecida, el mismísimo calderón se cuadró y hasta se le desarqueó la ceja.
Y es que las frases que emplean las madres mexicanas para ejercer su autoridad son severas, contundentes, no dejan lugar a dudas y doblegan al más patán. Antes de este acontecimiento, la mejor prueba que había visto de ello fue cuando en un microbús un chofer le obedeció de la manera más dócil y sin protestar a una madrecita que le exigió que dejara de cotorrear con uno de sus compiches y que siguiera su marcha porque ella iba a llegar tarde a su trabajo.
Ojalá que este jalón de orejas que le dieron a calderón sirva de algo... por lo menos.

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