
Ya si uno se va a decidir por lo que el país produce en vez de productos asiáticos, para qué entrar en amasiato con una muñeca de Olinalá, tiesa y poco cariñosa, cuando mucho más cerca tenemos a la compañera Beatriz, que con un poco de valor revolucionario nos puede funcionar para amainar las pasiones nacionalistas y carnales mientras aprendemos de política de altura. Cómo añoro un abrazo de la dama...
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