jueves, 3 de noviembre de 2011

EL ORIGEN DE LAS COLAS EN LOS SUPERMERCADOS


Por Benedicto Tres Equis /H®
Inevitablemente uno llega a una edad en la que los recuerdos y la memoria forman parte importantísima de la vida porque se toma conciencia de ellos: son nuestro equipaje y son nuestra sombra. El problema de vivir en una época en la que los cambios provocados por la tecnología modifican vertiginosamente nuestras existencias, casi invalida la famosa frase "en mis tiempos..." porque ahora resulta que un joven de 18 años podría afirmar que, cuando él era niño, los ipod no existían; o una persona de sólo 30 años puede asegurar que veía sus películas favoritas en videocassetes (que prácticamente ya no existen) en formato beta (que hace muchísimo tiempo dejó de existir).
Todo esto lo traigo a cuento porque hay una cuestión que no me ha permitido dormir desde hace bastante tiempo: ¿por qué los cajeros de los supermercados son tan tardados? Y es aquí donde tengo que emplear la famosa frase "en mis tiempos".
En mis tiempos ir al supermercado  no era una tarea abrumadora en lo que a selección de alternativas se refiere. La vida era más simple y comprar un litro de leche, por ejemplo, no era una situación que te pudiera llevar a un colapso pensando si es mejor light, descremada, deslactosada, semidescremada, etc, etc. Lo curioso de todo es que la oferta ha crecido enormemente, pero los supermercados siguen siendo del mismo tamaño, al menos así es en el caso del súper al que yo iba cuando era niño.
Pero volviendo al asunto que me ha desvelado (el de los cajeros) resulta que en mis tiempos sólo había cajeras mujeres y efectuaban una serie de tareas que hacían comprensible la tardanza: no había bandas que movieran todos los productos hasta donde se encontraban ellas; tenían que revisar cada etiqueta y teclear el precio en la registradora procurando no equivocarse; y lo más inaudito era que, si alguien pagaba con tarjeta de crédito (las de débito no existían) ellas tenían que planchar la tarjeta, es decir utilizar un aparato mecánico para que el plástico se imprimiera sobre el pagaré y después revisar un libro con números microscópicos que enviaban los bancos reportando las tarjetas de crédito que ya no tenían eso precisamente... crédito. Por supuesto el concepto "caja rápida" no existía y si corrías con la mala suerte de que te tocara una fila en la que a dos o más personas se les ocurriera pagar sus compras con tarjeta, pues ya tenías un buen rato para entretenerte.
 Entre las cosas que no ha podido modificar la tecnología es la famosa Ley de Murphy que siempre ha aplicado en los súpers, pues cuando tienes más prisa seguramente eligirás la fila en la que está el cajer@ más tardado, el más torpe o el primerizo que está recibiendo la capacitación bajo el estricto ojo aleccionador de su capacitador.
¿Ahora comprende usted, amable lector, por qué este asunto de las colas en los supermercados no me ha dejado dormir? ¿cómo se podría simplificar aún más la labor de un cajer@ de un súper? No me lo imagino.

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