lunes, 27 de abril de 2009

Influenza, temblores y temor a Dios

                                                    Por Benedicto Tres Equis
Durante estos días, la información acerca de la epidemia en México ha sido bastante contradictoria: mientras se habla de la seriedad del asunto, lo cual se refleja en la preocupación internacional, los medios se encargan de confundir a la población; la torpeza de los conductores de los programas de noticias se hace más que evidente, planteando preguntas absurdas y haciendo aseveraciones que no vienen al caso; las autoridades primero piden que se guarde la calma, para en seguida dar muestras de desconocimiento; que si hay medicamentos suficientes, que si esos medicamentos no son efectivos porque se trata de un virus desconocido; que no se debe de asistir al médico cuando no se presente un cuadro exacto de la enfermedad, que se debe asistir al médico en cuanto se tengan los primeros síntomas, en fin con tanta contradicción lo que queda es recurrir al último recurso de la ciencia: rezar.
Y por si fuera poco, ahora también tiembla. Justo cuando el Secretario de Salud se encontraba dando el informe de la situación, que empieza a temblar. Había reporteros de todo el mundo escuchando y haciendo preguntas cuando retiembla en sus centros la Tierra. Hay que reconocer que el Secretario José Angel Córdova mostró temple no sólo ante la andanada de preguntas y cuestionamientos, también se mostró firme ante la sacudida telúrica pues continuó con serenidad dando la conferencia de prensa. En todos sentidos su actitud ha sido diferente a la del ex secretario de Comunicaciones Luis Téllez quien enfrentó el asunto del avionazo, donde murió el secretario de Gobernación, con un protagonismo desmedido: a la menor provocación el chaparrito ex secretario (quien parecía sacado de una película de Shrek) le daba un codazo a los expertos y el daba las explicaciones como si fuera avezado en cuestiones de aeronáutica o asesor de la NASA. Bien por el señor Córdova, ojalá y tanta emergencia no le haga perder la cordura que ha mostrado hasta ahora.
Y por cierto que ante tanta contingencia, es inevitable caer en  estado apocalíptico, procurar una cierta revisión de asuntos de  conciencia y de fé, para ver si allá arriba hay más influencias sobre cuestiones como la influenza ¿Qué se le va a hacer?


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