sábado, 11 de abril de 2009

¿Por qué no empiedran a sus mamacitas de ellos?



Odio las calles empedradas: crean tráfico, le aflojan piezas a nuestros automóviles y, muy probablemente, causan desprendimiento de retina y zangolotean nuestro espíritu y víceras. En ciertos barrios coloniales se soportan, digo, son parte del patrimonio de esas zonas. Pero, ¿qué hace un enclave del Siglo XX, ya no digamos con el arroyo empedrado, sino las aceras? A qué mariguano del gobierno del D.F se le ocurrió llenar de piedras las banquetas de la Colonia Florida, por ejemplo. ¿Será para que las mamás con carriola no excedan el límite de velocidad y atropellen a un peatón?... Rolen el churro, caballeros.

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